martes, marzo 27, 2007

Estio

El sol es una bola de acero al rojo vivo que carboniza todo en el solitario pueblo. Las calles resquebrajadas bajo su mirada ciega, los árboles resecos retorcidos alzando sus ramas implorantes a un cielo cegado por la inclemencia del fuego. Tiempo ha que los arroyos se evaporaron, y el terregal que se levanta esparce los restos de sus secos lechos. No hay alivio en el viento, ni en la noche que cae con pereza sobre el maltrecho poblado.

- Hace tanto calor que se nos derrite hasta el alma.

La frase de Aurelia queda flotando por unos segundos en el silencio espectral de la noche, como cada noche desde hace cientos de años. No lo sabe, pero es cierto, hace mucho que su alma se derritió y evaporó, condensándose en este horno eterno.