lunes, agosto 28, 2006

Un banco de pino verde

Dicen en el pueblo que de los árboles ya habían caído varias veces las hojas, y la lluvia y el sol habían jugado innumerables ocasiones a perseguirse, y que en una de esas tardes de lluvia repentina el jefe de estación la invitó a tomar un café, al que se sucedieron muchos otros que lentamente le llenaron las tardes muertas.

Y dicen en el pueblo que un buen día se casaron, por lo que el día que el caminante volvió sólo halló en la estación un solitario banco de pino verde.