martes, septiembre 05, 2006

Paranoia

Cansado de correr sin sentido, huyendo de una sombra aviesa que una y otra vez se dibujaba en los rincones menos esperados se dejó caer agotado. Encogió el cuerpo en un rincón, tratando de fundirse con la pared y pasar desapercibido, mientras sus músculos se contraían más y más cual resorte preparado para soltarse en cualquier momento. El sudor manaba de sus sienes, sus sobacos, sus palmas, su entrepierna. Todo él un maldito surtidor de agua que salía disparada con cada estremecimiento involuntario de sus nervios tensionados. Repentinamente oyó un chirrido y al asomar el rostro pudo ver unas luces acercarse que le brindaron cierto alivio, mas al volver la cabeza para asegurarse de que no había peligro, de nuevo percibió la amenaza. Fue así que salió huyendo directo hacia el auto, despavorido. El conductor no pudo evitar arrollarlo mientras la sombra por fin se fundía con su cuerpo cuando los faros se apagaron.