lunes, noviembre 13, 2006

Confirmacion

Y al rebotar por tercera vez contra el piso, tras el brutal impacto del auto que le arrrolló sin tratar de reducir su infernal carrera, tan solo un reguero deslucido, semi amarillento y blanco, brotó de su destrozada caja craneal, revelando lo que ya todos sospechaban: tenía el cerebro podrido.