martes, julio 31, 2007

La travesía

Llueve esta noche, como cada maldito día y cada maldita noche de este miserable planeta. Los cielos son una eterna cortina de agua que repiquetea contra la superficie en un murmullo alienante que sólo los truenos alteran repentinamente. Lo mismo pasa con la luz; vivimos en una eterna penumbra de cielos grises que dificilmente se iluminan, salvo por las ocasionales tormentas eléctricas. Todo es gris en este lugar, un limbo de aburrimiento y monotonía que nadie puede aliviar. Y nos removemos inquietos de vez en vez, tan sólo para encontrarnos con que no hay lugar a dónde ir, ni caras nuevas que ver, sólo los acompañantes de siempre que de tanto ser vistos se diluyen contra el gris que nos rodea. Y cuento los días que han pasado desde el inicio de esta aventura, sin saber si algun día acabará la tormenta, ni si habrá alguien en sus cabales una vez que esto haya terminado. Todos, absolutamente todos se comportan cada día peor, y parecen unos verdaderos animales. Y ruego cada noche y cada día que se abran los cielos y lleguemos al fin de la travesía en este maldio planeta llamado Diluvio.