lunes, septiembre 24, 2007

Mina

La sonrisa de Mina ha empezado a florecer, y con ella mi esperanza de que por fin sus heridas empiecen a cicatrizar. Aún recuerdo cuando su mirada era límpida, su risa cristalina y su sonrisa fácil. Ahora mira de lado, su silueta parece haberse encogido, y su confianza en el mundo está fracturada. Y sé que nunca más tendrá esa mirada transparente, sino que estará velada por la madurez y sabiduría que dan el dolor. Mas me conformo con lograr que abandone esa habitación de su infancia en la que se ha recluido por meses, con que sus ojos vuelvan a reflejar una chispa de alegría ante la caricia de un gato o la visita de un viejo amigo. Tan sólo desearía que saliese también durante el día, y que dejase de alimentarse de los viejos amigos, que los gatos como sea se consiguen.