viernes, marzo 14, 2008

La memoria del deseo.

Han pasado mil horas desde nuestro último encuentro y, pese a ello, las sensaciones tan intensamente vividas no se han borrado. Aún puedo sentir tu cálido aliento en mi nuca, tu respiración anhelante; tus fuertes manos rodeando mi cintura, recorriendo mi silueta con urgencia, con la avidez del deseo. Y no dejo de preguntarme ¿qué habría sido de mí de no haber tenido tan a mano ese cuchillo?