martes, febrero 19, 2013

Cuento de hadas

El hada madrina se hallaba cada vez más cansada. Una tras otra chica linda y de cabeza hueca con apuros banales. De verdad, nadie le dijo cuando aceptó el puesto que se la pasaría de casamentera y nana. Tanto estudiar magia durante años para acabar en eso. La gota que derramó el vaso fue la rubia regordeta de cara de ángel que lloraba desconsolada por no poder bajar de peso mientras devoraba una tras otra caja de chocolates. Un pase de su varita mágica y una salmonellosis fueron su solución. Tras esto, encamino decidida su vuelo hacia el castillo negro enclavado en la árida montaña. Seguro que todavía encontraría en su interior el libro con el hechizo para convertirse en dragón.