miércoles, mayo 18, 2016

De película

Se sentía en una chic flic. A fuerza de ver tantas películas románticas pensó que aquél viejo amor sería su salvador del naufragio matrimonial que sobrellevaba hacía años. Carismático, exitoso e interesado en escucharla. La respuesta a todas sus súplicas de noches desencantadas.

Todo comenzó con una llamada casual, un cafecito para hablar del pasado; una copa en una tarde de escapada del trabajo. El guión era casi perfecto. Hasta que, siguiendo el esquema, tuvieron una cita furtiva que culminó en la cama. Tras eso, la película se transformó. El guionista cambió el rumbo, añadiendo un naufragio más a su lista amorosa. Lo último épico fue su llanto, miles de lagrimitas rosas que se diluyeron en una lluvia insulsa.

Marina.

Cuando era niño le dijeron que podía oír el mar si se colocaba una caracola en la oreja. Lo que nadie le advirtió era que ese mar estaría sintonizado con él, y en cada caracola tan sólo encontraba tempestades.